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Conversación entre David Testal y Cristina Serrano sobre «El Amor»

David Testal coordina siete “talleres” de pensamiento, siete puertas que abre en Madrid de la mano de Un Cuarto Propio. Tras Un Cuarto Propio está Cristina Serrano.

“Se trata de un camino de siete puertas («talleres») que se abrirán e irán evolucionando de forma cíclica, y que junto a dos retiros anuales que iremos anunciando, configurarán una No-Escuela de Magia y Libertad”, nos dice David.  

Uno de estos talleres, el número dos, está dedicado al mundo sentimental, al encuentro y la relación con el otro, a lo que David llama “la invención del amor”.

Cristina: Hola David, desde la revista digital Coencuentros nos piden que charlemos sobre “Amor”. Me gusta ponerlo con mayúscula y entrecomillado porque es algo a lo que se le da mucha importancia y no se sabe con certeza qué es.  El número de la revista en la que aparecerá nuestra conversación se llama “Deconstruyendo el amor”. Dime, qué opinas de este título. ¿Se puede de-construir algo abstracto?

David Testal: Si acaso se puede de-construir una determinada idea concreta que se tenga de ello. Cuando alguien habla de de-construir «el amor» entiendo que lo que desea es de-construir su idea del amor, pues «el amor», como abstracción que es, no es una construcción sino un campo de infinitas posibilidades. No hace falta de-construir lo que puedes inventar a tu antojo.

C: Sí, en tus talleres hablas de «la invención del amor», si cada cual lo inventa a su antojo como dices, aunque des tanta importancia a la palabra, en este caso es lo de menos ¿no?

Me refiero a que lo llamamos amor pero podríamos llamarlo de cualquier otra manera porque cada cual tiene su interpretación. Me resulta muy confuso, y motivo de incomunicación total, usar la misma palabra para infinitas interpretaciones.

D: Lo es. Casi todos los problemas sentimentales, de amistad, de pareja, familiares… vienen de utilizar esa palabra con distintos significados, dando cada cual por supuesto que el otro la está utilizando de la misma manera.

El problema no es la palabra «amor». Podemos seguir empleándola. Es una palabra bella. Pero considero importante dejar bien claro, como cada cual considere, a qué te estás refiriendo cuando la empleas. Hablar de lo concreto. Simplemente. ¿No crees que así sería menos confuso para ti, y que sentirías que la comunicación mejora?

C: He aprendido en tus talleres a concretar y a través de preguntas o cambiando el modo de expresar lo que deseo expresar,  llegar a una buena interpretación. 

Así también me he dado cuenta de que cuando decía que no creo en el “amor», que es algo que me aburre o me provoca pereza… me estaba refiriendo al romanticismo. Rechazo esa especie  de autoengaño donde se aparenta que algo será para siempre cuando todo en esta vida tiene su fecha de caducidad. 

Hemos hablado a veces de que se considera buena una relación cuando dura mucho, un error frecuente. Me atrevería a decir que casi todas las relaciones se terminan tarde ¿Crees que hay un miedo general a los finales?

D: Claro. Es el miedo a la muerte, que es el miedo a la transformación radical, a dejar de ser lo que eres para ser no sabes qué. Es el miedo a soltar todas las amarras que te ataban a la identidad que has asumido y reforzado durante un cierto tiempo. Cuando alguien me dice que se acaba de separar, siempre le doy la enhorabuena porque, como bien dices, por esa falacia culturalmente extendida de la duración como un valor, nos solemos separar con al menos 2 o 3 años de retraso con respecto al momento en que lo empezamos a desear. Aguantamos, lo “intentamos”, nos sacrificamos, hasta que no podemos aguantar la farsa más, o hasta que construimos otra relación radicalmente diferente con la misma persona.

En cuanto al «romanticismo» que tanta pereza te da, podemos enfocarlo de otra forma: antes de que llegaran los trovadores del s.XII, el concepto de «Amor» no existía como tal al parecer. Existía el Eros, el impulso sexual como satisfacción biológica y placer, y el Ágape, la compasión hacia el prójimo, lo que ahora muchos relacionan con un «Amor espiritual». Sin embargo aquellos trovadores vienen a enriquecer el mercado, y crean esa idea de amor a un individuo, de persona a persona, que conlleva el enamoramiento. Lo importante de esto para mí es que a partir de ese momento la complejidad del individuo pasa a un primer plano. Más allá de la duración como un valor en sí mismo, que es una tontería, para mí lo bello es el individuo al fin como centro del mundo, o la capacidad de ver en un individuo el universo entero, el océano en una gota de agua. ¿Te da menos pereza así?

C: Bueno, la palabra compasión tampoco me gusta demasiado. ¿Podría ser el Eros la pasión, y el Ágape la amistad? Me da menos pereza siempre que sean conceptos separados, que uno no tiene que implicar el otro (lo que no quiere decir que nunca se unan)

Mis etapas más creativas coinciden con el preámbulo de las relaciones. Relaciono la pasión, el Eros,  con la creatividad pero no veo creatividad en el Ágape ¿Qué opinas?

D: Sí, entiendo que no te guste el término «compasión», ya que etimológicamente significa “sufrir juntos”. Digamos mejor entonces que el Ágape se refería a eso que entendemos por fraternidad, a la empatía que hace que sintamos a otros seres humanos como si fuesen queridos hermanos. La compasión lleva a sufrir lo que crees que el otro está sufriendo, cuando para mí eso no tiene nada que ver con la empatía. De hecho, si de verdad comprendieras el sufrimiento del otro y quisieras ser de ayuda, no sufrirías, entenderías que no es tu turno para sufrir, es tu turno para ser salvavidas, no para hundirte con el otro creyéndote que así eres una persona más sensible.

Entonces para mí el Eros sería más exactamente el impulso sexual, y la “pasión” a la que te refieres sería una consecuencia posible o un vehículo de ese impulso. Y el ágape sería la fraternidad, siendo la “amistad” sólo una manifestación específica de esa fraternidad.

Y luego vendrían los trovadores a inventar el Amor. Lo que te preguntaba era si te daba menos pereza entender el «amor romántico» sólo como esa exaltación del individuo, sin todas esas otras ideas añadidas sobre cómo se deben «amar» entre sí los individuos…

En cuanto a lo que me preguntas sobre tu creatividad, eso sólo indica que te es fácil, por las razones que sean, y por la idea de «creatividad» que hayas asumido, crear o expresarte desde la excitación y la revolución interior, desde las sensaciones intensas, y que tienes menos desarrollada la habilidad para disfrutar de la profundidad de una relación fraterna en la que el Eros no domina, y en la que precisamente por ello a veces se puede ir mucho más lejos, de una forma constante e implacable. La creatividad se convierte así en la gota que taladra poco a poco la roca. Y quizás tú te sientes, de momento, más cómoda en la explosión que ilumina y arrasa todo. No sé si esto tiene sentido para ti.

C: Sí, soy consciente de que relaciono el amor, entendido como “exaltación del individuo”, con la templanza o con algo más duradero, más profundo. La pasión, esa revolución interior ya sea con una pareja o con un cuaderno, consta de momentos muy intensos,  pero sería agotador si fuesen constantes. No creo que nadie lo soporte. La palabra explosión, sí me gusta. 

También suelo rechazar libros de amor, comedias románticas… y sin embargo hay una película sobre romanticismo que me encanta y es «El romance de Astrea y Celadón » de Éric Rohmer. ¿Y si fuese una romántica y no me he enterado?

D: Desde cierta idea del «romanticismo» todos lo somos en algún momento, cuando priorizamos los sentimientos sobre la razón. Y desde otra idea, desde la cual te proponía antes, también lo somos casi todos, cuando nos enamoramos de un individuo en concreto, cuando lo priorizamos por encima del resto y nos gustaría crear un universo entero a partir de nuestra fusión con él.

Pero recuerda que la exaltación al individuo puede ser igualmente breve, y que lo breve no es necesariamente menos profundo. Algo profundo puede llegar aún más profundo con el tiempo, o puede tener que subir a la superficie para poder respirar, para no ahogarnos.

C: Palabras como secreto, mentira, silencio…  tienen muy mala fama  pero son necesarias en una relación ¿no? ¿Es la fidelidad un sacrificio?

D: La fidelidad es un sacrificio sólo si supone mantener un compromiso adquirido de relacionarnos de una forma concreta cuando esa forma ya no nos satisface. Parte del error de comprometerse a mantener un tipo de relación en el futuro, que no sabes si seguirás deseando mantener. Si entendemos esto, la fidelidad no es necesaria, pero no porque sea necesaria la traición o la mentira, sino porque ni siquiera tenemos por qué plantear un compromiso concreto. Si no deseas congelar una relación, si no temes que esa relación pueda ir cambiando de formas insospechadas, podemos ir comunicándonos libremente lo que vamos deseando, y podemos ir decidiendo si según lo que deseamos, nos sigue satisfaciendo bailar juntos o no, y entonces la «infidelidad» ya no tiene sentido.

Dicho de otra forma: La infidelidad sólo es posible si uno tiene miedo a comunicar a la otra persona que ahora desea otro tipo de relación, si antepone un compromiso adquirido al deseo actual. Entonces sólo tiene dos opciones, o sacrificarse, lo cual es una bomba de relojería dentro de la relación, o ser infiel, lo cual a veces mejora la relación.

Los secretos son otra cosa. Son un derecho sagrado. Para mantener eso que llaman «el misterio», y que no es más que la manera de seguir segregando dopamina en una relación, de que siga excitándonos buscar al otro, los secretos son imprescindibles. Nadie puede contarlo todo, y quien lo pretende se convierte en un pesado, alguien de quien acabamos huyendo, sin atractivo alguno.

C: Me gusta lo que me has respondido, o lo que yo he interpretado. Lo que me da miedo es concebir una relación como un contrato indefinido. Esto que comentas de permitir que la relación vaya transformándose al tiempo que comunicamos lo que deseamos,  es la clave para la creación de algo nuevo entre ambos.

Podríamos finalizar esta conversación recomendándonos un libro ¿qué libro me recomendarías por lo que te he contado, así, sin pensar demasiado?

D: Sin pensarlo mucho, te recetaría ahora por intuición: M.D y Ese amor, de Yann Andrea. Donde narra su historia de «amor» con Marguerite Duras. Podrían ser el relato de una enfermedad mortal o… de una aventura deslumbrante a las profundidades del individuo, del «otro» en nosotros.

C: “Ese amor” lo conseguí hace poco en 2ª mano, M.D no lo conocía. Tomo nota.

Yo te voy a recomendar «La llave» de Junichiro Tanizaki

¡Gracias David!

D: Qué maravilla, una llave. Me da la oportunidad de inventarme una puerta para poder utilizarla. Gracias.

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2 pensamientos en “Conversación entre David Testal y Cristina Serrano sobre «El Amor»

  1. Estupenda conversación. Y sí Cristina, yo estoy convencida de que eres una romántica y aún no te has enterado.
    Espero verte pronto en alguno de tus talleres David.
    Saludos a los dos, Luisa.

  2. La compasión es un concepto budista que no tiene que ver con el sufrimiento sino con la libertad y el camino de la liberación .
    Magníficos los dos libros que recomendáis , pero ya verás David como “La llave “ te va a sorprender profundamente .
    Un cordial saludo a ambos

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