Nota al lector: Tratándose de un artículo de opinión sobre creatividad, he decidido anteponer esta a la calidad, conteniendo cualquier impulso de reducir la inseguridad de escribir mi primer artículo de opinión con búsquedas en San Google u otro tipo de documentación. Obtendrá el lector una visión totalmente personal de un servidor, creativa pero con posibles gazapos fruto de la no contrastación de información. Adelante.
Crear implica hacer algo de 0 (o en todo caso de 1) o modificar algo ya creado (a partir de 2 para arriba). Para crear son necesarias dos condiciones indispensables: tiempo y aburrimiento. El aburrimiento implica SOLEDAD con mayúsculas, puesto que en la sociedad actual la soledad (con minúsculas) es fácil de ver en cualquier parada de autobús, metro, cola de larga, media o muy corta espera, al ver a un adulto enganchado a un dispositivo electrónico (entre los cuales me incluyo). Quítenle ese dispositivo y tendrán un adulto aburrido con un cerebro de 500 caballos de potencia trabajando en algún tipo de búsqueda cerebral, véase trabajo, pareja, familia, amistades, dinero, sexo, fútbol, actividades de la vida diaria, vacaciones o (¡bingo!) creatividad. Es en ese momento mágico cuando aparece esa bombilla que se enciende (insight que lo llamamos en psicología) cuando conectas con ese área del cerebro que se creó en la infancia en momentos de juego libre y creativo. Lo cual me hace pensar que en generaciones futuras, viendo el peso que tienen los dispositivos electrónicos en los momentos de aburrimiento de los infantes, tendremos muchos procesos creativos a partir de 2 y muy pocos a partir de 0. Respecto al tiempo les remitiré a un libro: Momo, de Michael Ende.
No me imagino a Bach siendo tan creativo con un IPAD (o una tablet Hawuei dependiendo de la etapa económica por la que pasase). Según dicen algunos expertos, la música de hoy no sería lo mismo sin Bach debido a la influencia que marcó y a la extensísima cantidad y variedad de su obra. Ni mucho menos soy un experto en Bach pero me asombró cuando vi un video de una composición suya donde, a través de una sola partitura aparentemente normal, la hace sonar en el sentido ordinario de izquierda a derecha, luego de derecha a izquierda, dándole la vuelta al pentagrama de inicio a fin y de fin a inicio, sonando una hacia adelante y al mismo tiempo la misma composición hacia atrás, y otras tantas combinaciones imposibles (me salto la nota al lector y véase Canon del Cangrejo en Youtube). Lo asombroso es que todo sonaba armonioso. Evidentemente ese día Bach estaba aburrido.
Soy un alevín de la guitarra clásica, tan solo tengo 5 años de vida en este mundo, pero interpretar alguna obra de Bach en audición con público es correr un alto riesgo de perderse y no encontrarse hasta llegar a casa hecho un trapillo por el fracaso interpretativo. Este riesgo nace precisamente de la creatividad e impredecibilidad de este señor que, a nivel interpretativo, da lugar a que cualquier nota que realices mal (algo muy frecuente en aprendices, lógicamente) sea difícil volver al redil musical porque donde tu cabeza te indica qué camino sería el lógico seguir, este camino difiere de lo marcado por este compositor tan creativo.
Uno puede llegar a pensar que hablar de la interpretación de la música clásica no implica procesos creativos puesto que solo hay que interpretar una partitura ya creada por un compositor, acto similar a interpretar una receta de cocina siguiendo todos los pasos de pe a pa. “Si he seguido la receta de tortilla de patatas de mi madre al pie de la letra, ¿por qué no me ha salido igual?” Vamos a profundizar en esto. Me centraré en la guitarra clásica, que es lo que conozco un poco más. “Si ya me he aprendido esta composición sencilla y la toco bien de inicio a fin, ¿por qué no me suena como a mi profe?” Por tres motivos principales: ejecución, ingredientes y emocionalidad. Vamos uno a uno.
En lo que respecta a la ejecución, mi madre lleva haciendo tortillas de patatas unos 50 años, y mi profe lleva tocando la guitarra unos 20 (con conservatorio incluido). Sin formación ni horas invertidas lo más probable es que te ejecuten a ti. Evidentemente la experiencia es un grado a la hora de ejecutar algo. Hasta que uno no profundiza un poco más en la música, no se da cuenta de la infinidad de matices que hacen que una obra sea siempre diferente según el artista que la interpreta. Igual que en la ejecución de la tortilla podemos hablar del corte de la patata en cuadrado frente a láminas, fritura en aceite o cocción en microondas, dejarla más seca o más babosa, etc, en guitarra clásica podemos hablar de dinámicas de velocidad, dinámicas de volumen, ataque de las uñas, vibratos, notas ligadas, glissando, trinos, etc. Cada uno de estos elementos se pueden introducir en la interpretación de una obra de una forma más o menos libre con cierto criterio y dará lugar a algo único e irrepetible (aunque suene mal siempre podrás decir que es algo único e irrepetible para aliviar el malestar).
Si hablamos de los ingredientes, bien es sabido que una tortilla de patata ideal tiene que ser con patata gallega y huevos de corral (la cebolla merecería un artículo propio). Si se quiere ser más creativo: queso, pimientos, calabacín, chorizo etc. ¿Cuáles son los ingredientes en guitarra clásica? A mi juicio, curiosamente también tres: guitarra, cuerdas y uñas. Que una guitarra cueste 3000€ o 250€ no es debido solo a que sea de fábrica o de luthier. Las distintas maderas (palosanto, ciprés, caoba, ébano, y cualquier otro árbol con el que quieras hacerte una guitarra) tienen distintas propiedades en la transmisión del sonido. Además, la propia veta de la madera en función de cómo envejezca y la humedad con la que viva madurará sacando un sonido aún más propio y característico. Romántico, ¿verdad? Las cuerdas las hay de mayor o menor tensión, más o menos brillo, más o menos graves, lisas o entorchadas, etc. Las cuerdas es al revés que la madera, cuanto más tiempo pasa más sonoridad pierden. Afortunadamente son baratas. El mundo de las uñas es todo un universo. Si ven a un tipo con las uñas de la mano derecha largas y las de la izquierda cortas es un guitarrista; si solo tiene la uña del meñique larga es chino (desconozco la utilidad pero la comunidad china es muy práctica, así que alguna función tendrá); si tiene las uñas de ambas manos largas, o es un moderno o un poco dejado. Es increíble comprobar la distinta sonoridad que puede salir tocando con la yema de los dedos o con las uñas. Volviendo a la tortilla, tocar con uñas o sin ellas puede ser análogo a comer una tortilla con sal o sin sal.
En lo relacionado con la emocionalidad, quizás el momento emocional en el cual se interpreta la composición es una parte más de la ejecución, pero trabajando en el mundo emocional he querido darle un trato preferencial. Este debe ser (digo debe porque aún no lo he alcanzado) un punto de inflexión a la hora de interpretar en público una obra. Conseguir conectar emocionalmente con la obra y transmitir esa emocionalidad a los oyentes es un plus muy difícil de conseguir. Los nervios son el gran enemigo del músico y conseguir manejarlos requiere de mucha exposición, una buena autorregulación emocional y psicoterapia incluso. Relacionando emoción con tortilla, ¿quién no ha sentido una explosión emocional al llevarse, tras independizarse de la casa familiar, un tupper de tortilla a su nuevo hogar?, ¿a quién no se le ha caído una lagrimilla tras comer una tortilla después de volver a España tras una larga estancia en el extranjero? Es increíble como un conjunto de muy pocos ingredientes ejecutados con un toque propio puede dar lugar a tal explosión emocional.
Llegados a este punto, combinando los distintos factores anteriormente citados a la hora de interpretar una pieza musical (o una tortilla), nunca saldrá nada igual, siempre saldrá una creación propia con matices irrepetibles.
Todos conocemos lo engorroso que puede ser elaborar una tortilla. Igualmente todos hemos introducido elementos más o menos novedosos en nuestras tortillas y todos nos hemos emocionado en mayor o menor grado disfrutando de ella. Vuelvan a leer este último párrafo cambiando tortilla por música y entenderán la analogía.
De momento soy creativo de 2 hacia adelante, aunque comienzo a hacer pinitos desde 0. Ustedes sean creativos desde 0, 1 o 2, pero sean creativos, disfruten y hagan disfrutar sus creaciones de la misma forma que yo lo he intentado con este texto.
Ilustración de Juanma Vera Samusenko