Política y Social

Diálogo con Lucas Platero

María Bilbao Maté Psicóloga Psicoterapeuta

Lucas Platero combina su labor docente de intervención sociomunitaria, con la investigación y el activismo trans*. Estudió Psicología, es doctor en C.C. Políticas y Sociología y sus líneas de trabajo incluyen la sexualidad no normativa, las intersecciones de las diferentes formas de exclusión y la pedagogía transformadora. Sus últimas publicaciones incluyen los libros “Intersecciones. Cuerpos y Sexualidades en la Encrucijada”, “Trans*exualidades”  y “Por un Chato de Vino”. En la actualidad, dirige una línea sobre Estudios Trans* en Edicions Bellaterra

María Bilbao: En los últimos diez años hemos asistido a grandes cambios en cómo se expresa la masculinidad y la feminidad, con la emergencia de diferentes identidades y expresiones de género, a una velocidad que podíamos señalar como “trepidante”. Sin embargo, muchos de estos cambios dan por bueno el sistema binario mujeres/hombres ¿sigue siendo necesario el género?

Lucas Platero: Estoy de acuerdo con que estamos viviendo muchas transformaciones en cómo se entienden las identidades de género y sexuales, cambios que se suceden a una velocidad que tu muy bien calificas como “trepidante”. Desde la etiqueta de metrosexual, las personas que se reclaman como no binarias, asexuales o agénero, son expresiones y vivencias que expanden y complejizan cómo entendemos la identidad, desafiando el marco de lo que se ha llamado monosexualidad… Es decir, me refiero a la lógica que articula que las personas tenemos un sexo asignado, identidad de género, expresión de género y orientación del deseo, una lógica que funciona a la maravilla en el contexto occidental actual, y que podría ser otra lógica. Y de hecho en otros lugares y en otros momentos de la historia, hemos conceptualizado la sexualidad y la identidad personal de otras formas posibles.

Sin embargo, a pesar de estos cambios que complejizan y diversifican cómo nos podemos expresar y relacionar mutuamente a nivel afectivo, sexual y como movimientos sociales, no veo que se desafíe el sistema binario, lo suficiente como para señalarlo como problema. Mientras suben las muertes y todo tipo de violencias contra las mujeres, tenemos unas tasas de acoso escolar insufribles, aumenta la sensación de que el acoso laboral y la violencia sexual son cuestiones que van a dejar de suceder… No hay un cuestionamiento social profundo sobre su vínculo con el sistema binario que nos construye como dos sexos y géneros únicos, dicotómicos e irrenunciables. Este cuestionamiento es necesario para avanzar en cómo podemos transformar a mejor nuestra sociedad y nuestra convivencia.

María Bilbao: Con respecto a la “metrosexualidad”, ¿no está más relacionado con una necesidad del capitalismo de captar nuevos consumidores, más que con un cambio real de la masculinidad?

Lucas Platero: Es posible que algunas de estas identidades “emergentes” funcionen bien como nicho de mercado y se etiqueten rápidamente para el consumo. Sin embargo, creo que es síntoma de que la masculinidad y la feminidad se están moviendo de sus pilares más tradicionales, aunque sea unos milímetros. No es a la velocidad que nos gustaría, ni siempre desde posiciones críticas, pero creo que es importante entender su valor.

Cuando los medios de comunicación le dan difusión a algo, por ejemplo, la imagen de un futbolista que ya no tiene un aspecto desaliñado o no habla con monosílabos y que se simboliza la metrosexualidad, tienen la capacidad de llegar a mucha gente que quizás desde los grupos minoritarios de activismos no podemos. Aunque sea una imagen intencional y que sirve para vender moda o cosmética para hombres, podemos usar esta brecha para introducir discusiones más interesantes sobre el papel que juega la violencia en la socialización de los niños, o la alta tasa de fracaso escolar masculina, y otros temas que nos interesan mucho más.

Las ideas de fondo surgen de grupos pequeños y radicales, que plantean la necesidad de repensar qué es esto de la masculinidad hegemónica y las normas tradicionales asignadas diferencialmente a mujeres y hombres. Estos cuestionamientos empiezan a llegar a un público más amplio, aunque no es mayoritario. Y desde luego, aún estamos lejos de transformar profundamente el machismo mayoritario en el que vivimos.

Me interesan especialmente los cambios que se dan a partir de una idea pequeña y radical. Por ejemplo, que la transexualidad no es una enfermedad. Si tomamos el ejemplo de la campaña de Hazteoír, ha generado un debate interesante, que no ha conseguido necesariamente el impacto que buscaban, o no al menos tan mayoritario como deseaban.

Al poner en el centro a unas criaturas inofensivas para la sociedad, como las niñas y niños, han conseguido que mucha más gente se posicione a favor de la transexualidad. Eso era impensable hace un tiempo.

María Bilbao: La campaña de Hazteoír es una respuesta a una campaña de Chrysallis en Euskadi, ¿crees que los movimientos sociales, en concreto los feminismos y el movimiento LGTB han colaborado a este cambio social?

Lucas Platero: Por supuesto, el feminismo junto con el movimiento LGTBQ son una parte responsable de los grandes cambios de pensamiento y de la transformación social de estas últimas décadas en España. Sin el feminismo no podríamos soñar con un futuro transformador, ni tendríamos derechos sexuales ni reproductivos. Son movimientos plurales que acogen debates relevantes y organizaciones plurales, que consiguen hacer avanzar lo que ahora son utopías, y que pueden ser transformaciones sociales que se conviertan en nuestro día a día.

Si nos fijamos en las asociaciones de padres y madres de personas trans vemos que han conseguido poner este debate en la mesa, de una forma distinta que las propias personas trans adultas, en otros términos. Son familias que hablan por hijos e hijas, lo cual no deja de ser la subrogación de una voz, que a su vez también tienen voces plurales. Parte de ese movimiento ha planteado una lucha que se sirve del debate sobre la genitalidad, algo que las personas trans* adultas nunca han hecho, ni tampoco desde los feminismos. Creo que forma parte de un enorme deseo de normalización, de que esos cuerpos sean asimilados y está ligado al hecho de ser adultos pensando en sus hijos e hijas, tratando de ahorrar sufrimiento. Es una lucha rompedora, pero no rompe con el binarismo, sino que pretende una diversidad normalizada. Entiendo los motivos y desde dónde se hace, el amor a los hijos.

Como persona adulta trans*, yo quiero más. Quiero que nuestros cuerpos y nuestras identidades sean posibles, no normales. No creo que la asimilación nos haga más libres.  Nuestra socialización en el binarismo hace que tengamos problemas para pensar fuera de este paradigma, y ser una persona trans* no te hace necesariamente ser activista ni buscar un cambio transformador de la sociedad. Como dice Mauro Cabral, suficiente tienen las personas trans* e intersexuales con hacer su vida, como si la lucha para cambiar la sociedad no la pudieran encarnar  también otras personas en situaciones menos precarias.

María Bilbao: Pero, por definición transgredir el sexo genital ya es algo transgresor

Lucas Platero: Sin duda, moverte del lugar que se te asigna socialmente es una revolución. Sin embargo, como te decía las personas trans* vienen en todos los formatos, tamaños, colores e ideologías. Se puede ser una persona trans* que sólo quiere ser normal como las otras, ser profundamente conservadora y neoliberal como Caitlyn Jenner, o la mujer transexual que acompañaba la manifestación de Hazteoír. La diferencia es la conciencia crítica que se tiene sobre las vivencias propios, un sentir colectivo empoderante que le da una lectura política a algo que puede ser sólo parte de tu subjetividad. En esto, el feminismo y los movimientos sociales nos han enseñado mucho.

María Bilbao: Sería necesario entonces hablar de interseccionalidad

Lucas Platero: Sin duda. Una mirada crítica sobre cómo funcionan las relaciones de poder y cómo las identidades están atravesadas y están entretejidas por el género, la sexualidad, la clase social, la etnicidad, el origen y otros organizadores sociales que son vitales para entender quiénes somos. Las personas trans* somos más cosas que nuestra identidad de género.

María Bilbao: ¿Qué opinas de las experiencias de las no gender schools en Suecia?

Lucas Platero: Son una buena herramienta para imaginarnos que la escuela y la socialización se pueden hacer de otra forma, son un oasis en un momento precioso de la vida. Además de posibilitar espacios neutros con respecto a los roles de género, tienen juguetes no sexistas, también evitan utilizar lenguaje que aluda a un sexo u a otro, algo que es posible en idiomas como el sueco, o el inglés.

Es posible que la realidad fuera de la escuela sea muy diferente, en las familias o en otros espacios, pero ya que exista esta “burbuja” es posible que a muchas personas les sirva, les haga pensar de manera diferente y les dé un respiro. Aunque parezca un caso de disonancia cognitiva, creo que las niñas y niños vivan estas diferencias les hará darse cuenta que no existe una única realidad y que buena parte de lo que damos por bueno y cotidiano, es en realidad, fruto de decisiones sociales. Y les tocará ir tomando sus propias decisiones.

En Canadá fue muy conocido el caso del bebé Storm, un bebé cuyos padres se negaron a decir a nadie el sexo con había nacido hasta que Storm pudiera decidir qué identidad de género quería tener. Esto nos puede parecer una locura, pero fue una experiencia que hizo que muchas familias que tenían otros estilos de crianza se pusieran en contacto y pudieran tejer una red. Estas experiencias están recogidas en el libro “Buscando el final arco iris” (os dejo aquí un trozo del libro)  y os lo recomiendo, como fuente de debate y para compartir con amistades que estén criando ahora mismo.

María Bilbao: Según algunas teorías psicoanalíticas, los padres ya proyectan sus expectativas incluso antes de que el bebe nazca, sea de un sexo o de otro. Supongo que al conocer sus genitales, también harían sus proyecciones ya que no estamos desprovistas de nuestro bagaje de socialización.

Lucas Platero: Está claro que las expectativas sobre si el bebé es niño o niña se proyectan en cómo les tratamos. Precisamente por eso esta familia no quiso decir si era un chico o una chica, en un entorno con muchas amistades que eran trans*, no binarias, con una gran conciencia feminista, que les ha posibilitado deconstruir los términos habituales en los que discurre el género.

En clase hago una dinámica de grupo en la que muestro una foto de un bebé. A la mitad de la clase le digo que es un niño y a la otra mitad, que es una niña, les pido que escriban sobre cómo será de mayor. Es tremendo que esta dinámica siga funcionando “tan bien”, porque seguimos asociando que el bebé cuando es una niña de mayor será maestra, que tendrá novio, se casará y tendrá hijos. Cuando les digo que es un niño dicen que su profesión y sus aficiones serán muy importante, pero no hay rastro de familia o de pareja. Es increíble cómo sigue operando los roles de género, de maneras tan estereotipadas. Dice mucho de la eficacia con la que nos socializamos de una manera tan tradicional y sexista.

María Bilbao: Para acabar, me gustaría preguntarte sobre la polémica de este 8M sobre los hombres trans en las manis. Algún hombre ha escrito un hilo en twitter, declarando que los hombres trans no deberían estar representados en la manifestación del 8M, ¿qué opinas?

Lucas Platero: Sé que ha habido alguna polémica por el merengue feminista de Viruta, y que algunas personas opinan así. Sin embargo, en la mani nadie protestó y dejo de bailar su propuesta de merengue feminista, lo cual muestra que el conflicto es más pequeño de lo que podamos pensar.

En mi opinión, los hombres trans y cis deben apoyar las transformaciones feministas porque sin ellas no podríamos ni existir. Creo que podemos estar en las manis y arrimar el hombro sin usurpar la voz de las mujeres. Llevo toda la vida asistiendo a la mani y me gustaría seguir apoyándola. Otra cosa es que hay que tener respeto y entender que haya espacios no mixtos. No creo que la mani sea un espacio no mixto.

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Ilustración de Sandra Gobet

María Bilbao Maté

Psicóloga Psicoterapeuta

Licenciada en la Universidad de Deusto (Bizkaia). Master en terapia individual y grupal en la Universidad Pontificia de Comillas y Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica del niño y su familia de la misma Universidad. Doctoranda en el programa de Estudios Feministas y de género en la Universidad Complutense de Madrid.

Utilizo enfoque de género en mi trabajo como psicoterapeuta porque considero que la experiencia y la subjetividad de cada persona está mediada por el género y por otros factores culturales y sociales fundamentales, y porque pienso que el psicoanálisis se fundó con intenciones subversivas que únicamente teniendo en cuenta estas subjetividades pueden realizarse.