Artes

Exposición “Transutopías”: Pararnos a pensar cómo movernos mejor

Ricardo Sánchez Director de Código Cine

¿Cuántas formas existen de pensar la movilidad urbana? ¿En términos económicos, de eficacia de los desplazamientos, o también en términos afectivos? ¿Se puede pensar la movilidad como el resultado de nuestros deseos o solo como las soluciones prácticas orientadas a la producción? ¿Caben nuestras emociones y nuestro deseo en las soluciones de movilidad de nuestras ciudades actuales? ¿Nos ayudan a sentirnos más móviles o nos dificultan la experiencia? ¿Se cumple la promesa de una ciudad mejor a través de las soluciones de movilidad que estamos proponiendo?

Estas y otras muchas preguntas fueron las suscitadas por la exposición “Transutopías: Movilidad. Movimiento. Movilización” que se presentó del 28 de junio al 30 de septiembre de 2018 en Madrid, en el espacio CentroCentro, como resultado de una colaboración con Medialab Prado.

Cada uno de los pasos por la exposición aborda una fracción de la experiencia de la movilidad tal como la vivimos en las ciudades actuales… o cómo la padecemos, o la desearíamos. Sin embargo, sobrevolando sobre el conjunto de la visita, o quizás como el resto reflexivo que nos depara tras ella, encontramos dos grandes aproximaciones que la exposición consigue visibilizar.

Por un lado, y tal como se nos propone expresamente, “atender a la movilidad como suma de prácticas y soluciones que deben incorporar lo micro a lo macro, con especial atención a los intereses de la diversidad funcional”. Dicho de otra manera, ¿estamos los ciudadanos realmente representados y considerados en la forma cómo las ciudades actuales están re-pensando la movilidad? ¿Y estas soluciones son solo para la mayoría o están teniendo realmente en cuenta a toda la fenomenología ciudadana en materia de accesibilidad?

“Transutopías” nos propone hacernos conscientes de que, quizás, hasta ahora, la formalización de la movilidad y la concepción del fenómeno mismo provenían de unas directrices normativas frecuentemente orientadas a la satisfacción de necesidades productivas y económicas que a menudo terminan convirtiéndose en límites y problemas para la movilidad en tanto que fenómeno ampliamente antropológico. Se propone reflexionar sobre la posibilidad de incorporar algo de una condición humana al fenómeno de la movilidad que llegue incluso a poner en valor el desplazamiento mismo como experiencia subjetiva y no solo como el peaje del acto de llegar al destino.

Por otro lado, siguiendo con esta última idea, “Transutopías” nos propone, a la contra de lo que sería la visión preponderante que persigue la velocidad y la eficiencia máxima en los desplazamientos, bajar los biorritmos, decrecer en nuestras aspiraciones de instantaneidad de los movimientos, “desacelerarnos” y llegar a pensar cómo modificar nuestra forma de desplazarnos para hacerlo de una forma sostenible. Incluso, trascender la idea de sostenibilidad como un acto de responsabilidad colectiva con el entorno y llegar a sentirlo como una oportunidad subjetiva para modificar el significado que la movilidad tiene para nosotros, es decir, subrayar el acto del movimiento como la base de un sentido humano que vaya más allá de la posibilidad productiva y que represente de forma elocuente lo que el movimiento debe ser… para cada uno de nosotros.

En último término, desintegrar la ilusión de la movilidad como fugacidad y la actuación a distancia, una visión inspirada por la instantaneidad digital, para pensarnos en un contexto analógico con el que encaja mejor nuestra condición humana.

Lo que os proponemos a continuación es aproximarnos a una selección de las obras presentadas que nos sirva como excusa para compartir algunas de las preguntas y pensamientos que la exposición trasladó a sus visitantes con más ganas de provocar la reflexión, el cuestionamiento de lo que nos ha traído hasta aquí en materia de movilidad, que de aportar soluciones únicas para el futuro.

En definitiva, invitarnos a pararnos un momento, para pensar cómo movernos mejor y qué significa para nosotros.

“Brasilia nómada” de Pau Fau

Pau Faus es un artista visual y documentalista que con esta serie de fotografías, titulada “Brasilia nómada”, nos propone una manera muy visual de representar la distancia que puede existir entre la solución normativa que las autoridades de una ciudad diseñan para organizar la movilidad urbana, y la solución espontánea que inventan los ciudadanos, surgida por el uso natural, y que señala sus auténticas necesidades de movilidad.
Esto es lo que el artista ha localizado en la ciudad de Brasilia que, con la llegada del progreso en la década de los 60, decidió desplegar una red perfectamente diseñada para el tráfico rodado, eficiente, organizada, planificada y bien dimensionada, en donde no existen los atascos y por la que es posible moverse conociendo de antemano la duración de todos los trayectos.

El resultado es una suerte de retícula perfecta y fría que los ciudadanos, sin embargo, han necesitado desbordar, fragmentar y atajar añadiendo a la estructura toda clase de senderos y caminos que con trazados oblicuos y curvos añaden la dimensión humana que la retícula, simplemente, no tuvo en cuenta.La idea conecta con la expresión “los caminos del deseo”, acuñada por el filósofo Gaston Bachelard durante la década de los años 50. Se refería el francés a los caminos causados por pasos humanos o de animales que normalmente representan la forma más corta o más sencilla de llegar de un origen a un destino determinado, con frecuencia siguiendo rutas alternativas a las ya planificadas. De algún modo, las líneas del deseo señalan mejor que las estructuras normativas los puntos desde los que vamos y hacia los que nos encaminamos, es decir, los lugares que hacen sentido para nosotros, lo contrario de un no-lugar.

Cementerio de neumáticos

Seseña se convierte hoy en una oportunidad para pensar el tipo de modelo urbanístico por el que queremos optar y cuestionar las decisiones tomadas durante los últimos tiempos. La necesidad de acceder a una vivienda económica al alcance de todos puede suponer la suspensión de una consideración más óptima de la concepción urbanística.
Por un lado, cabe pensar en cómo este modelo impulsa una movilidad dispersa que refuerza nuestra dependencia del vehículo privado y dificulta nuestras opciones de movilidad, pero también puede hacernos reflexionar sobre el fenómeno del consumo de territorio, así como el hecho de que este se produce con arreglo a una concepción eminentemente capitalista de nuestra presencia en él.
Por otro lado, las imágenes mantienen en cuadro el contraste que se produce entre la zona de viviendas y el enorme cementerio ilegal de neumáticos que allí se encontraba. Sin duda, una imagen que da cuenta de los efectos de la dependencia del vehículo privado para la movilidad y que va asociada a ciertas concepciones urbanísticas que conviene revisar, y no solo por sus efectos económicos o paisajísticos, sino también puramente medioambientales: el cementerio ilegal ardió en 2016 provocando daños al medio ambiente tanto por la emisión de partículas contaminantes como por el riesgo de intoxicación de los acuíferos de la zona.
Y todo ello por no mencionar los riesgos para la salud de los vecinos. Se trata de grandes daños cuya etiología, paradójicamente, está íntimamente relacionada con el modelo urbano aplicado a la hora de planificar nuestras ciudades y nuestra movilidad.

“Grabaciones cotidianas” de Brian House

¿Y si nuestras acciones cotidianas y nuestros trayectos habituales pudieran ser convertidos en sonido? En 2012, Brian House decidió codificar sus acciones y trayectos cotidianos de modo que pudieran ser grabados en un vinilo y así descubrió que su día a día adoptaba la forma de un sonido armonioso.
De alguna forma, Brian House nos sugiere que nuestras vidas se amoldan a un ritmo propio y que este nos da la medida de nuestros movimientos, de nuestros ciclos, pudiendo valorar de este modo el ritmo de nuestra vida. ¿Desearíamos llevar una vida más calmada? ¿Y si reducimos el ritmo de nuestro propio vinilo?
La visibilización sonora de ese ritmo de nuestras vidas también nos puede hacer reflexionar sobre nuestra relación con el propio movimiento. ¿Es lo que transcurre entre que vamos de un punto a otro, sin más? ¿O es una experiencia en sí misma, de movimiento, que merece ser vivida, puesta en valor? Reducir el ritmo de nuestra vida es llevarle la contraria a nuestros tiempos, empeñados en multiplicar la productividad y la actividad permanente, pero quizás nos permitiría disfrutar más de nuestro entorno, de nuestro contexto social, y disfrutar del propio movimiento en sí.

VLS, un proyecto de Zuloark

Las siglas de VLS responden a la expresión “Very Large Structure”, una denominación ambigua que no da pistas sobre sus efectos ni sobre su relación con el movimiento o con el territorio.
Sin embargo, la VLS podría concebirse como una forma de intervención directa sobre el territorio que nos permitiría toda clase de actuaciones en materia constructiva, medioambiental, energética, de habitabilidad y hasta meteorológica. ¡Toda una colección de formas de modelar el territorio cuya amplitud hace que cobre dimensiones antropológicas!
Pero, ¿en qué consiste realmente este proyecto? Se trata de una gigantesca estructura prácticamente autónoma y en simbiosis con el medio ambiente, que sería capaz de desplazarse sobre el territorio rodando sobre 36 orugas como las que emplea la NASA, y realizando a su paso toda clase de intervenciones sobre el territorio.  Por ejemplo, sería capaz de realizar toda clase de reforestaciones, restaurar y construir infraestructuras para reforzar las instalaciones de las localidades, gestionar sus residuos sólidos, realizar labores de reciclaje y tratamiento integral de aguas, o incluso provocar precipitaciones en los lugares donde se precisara.
En realidad, funcionaría como una pequeña ciudad móvil, diseñada para desplazarse por la meseta de Castilla y León y con una buena hoja de ruta para brindar toda clase de servicios a su paso. No es probable que la VLS se construya jamás, aunque muchos ven en ella, por un lado, una forma de actuación territorial idónea para desplazarnos y establecernos en la superficie de otros planetas, o incluso sobre los océanos; por otro lado, una excusa para reflexionar sobre nuestra relación con el territorio, sobre el modo cómo lo vivimos y cómo lo adoptamos; incluso, cómo le damos forma no solo mediante nuestra capacidad de proyectar sobre él, sino también aceptando que nuestra relación con el espacio debe atender a criterios medioambientales.
La VLS es una excusa, por ahora abstracta, para pensar nuestra huella sobre el territorio como un espacio de intersección entre nuestra visión proyectiva de la realidad y nuestra responsabilidad ética sobre la misma.

26 gasolineras recicladas, de Erich Tabuchi

A poco que comencemos a reflexionar sobre la movilidad y su futuro, enseguida nos sobrevienen multitud de imágenes de prácticas, fenómenos y lugares que hay que re-pensar. Sin embargo, si hay una tipología de instalación que es en sí misma un símbolo de la necesidad de replantearlo todo, esas son… las gasolineras. No en vano, están intrínsecamente asociadas al más cuestionado de los modos de transporte actual, el coche privado, además de formar parte de una cadena de distribución energética que está en las antípodas de lo sostenible y lo ecológico.
Erich Tabuchi nos propone una colección de fotografías con las imágenes de hasta 26 gasolineras que fueron abandonadas y reconvertidas para dotarlas de una nueva función.Estas gasolineras convertidas en tiendas de esculturas de jardín o en pizzerías y restaurantes, son la mejor estampa del cambio de paradigma que sobreviene con el replanteamiento de nuestra movilidad.
Son una huella, un vestigio, de una forma de sostener al coche privado que otrora alcanzó prácticamente el estatus de un modo de vida. Y es que para muchos, la proliferación de gasolineras, la extensión de las carreteras y el abaratamiento del utilitario constituyó otrora el umbral de acceso al espejismo de la auténtica libertad.

Hoy, las ruinas de aquella mal llamada libertad, brutalmente alcanzadas por la obsolescencia de un modelo, claman por encontrar una nueva vida.

 

*Con el agradecimiento de Coencuentros a Iván Ortiz Abián por ayudarnos a pensar mejor la movilidad que viene.

Artes

Ricardo Sánchez

Director de Código Cine

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid (2003). Master en Marketing y Dirección Comercial por CESMA (2003), Escuela de Negocios. Desde 2010, productor y director de la revista “Código Cine”, dedicada a la reflexión, ensayo y análisis textual de cine y series de TV, con un marcado enfoque de tendencia psicoanalítica. Anteriormente, director de las revistas “Sala 1, diario de cine” (1999-2002) y “Cine Futura” (1997-1999).

Crítico de cine y articulista en diversas publicaciones sobre cine como “Stars Avenue” (1996-1997), “T@boo” (1997), “Web C&B, sección de cine” del Grupo C&B Web (1997), Revista “Casi Nada” y otras. Director de “Hispacine” (1998-2001), comunidad de cinéfilos por newsletter. En definitiva, extremófilo cinéfilo “a mil películas de profundidad”, que diría Cohen, siempre comprometido con la reivindicación del cine como un arte fundante que nos conforma y nos ensancha más allá del mero entretenimiento.