Política y Social

Las TIC, un medio o un fin en la Educación del siglo XXI

Francisco Javier Villar Mata Doctor en Educación y Economista

En esta reflexión sobre los fines y mediación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), se presentan algunas ideas puente para el cambio de los sistemas educativos.

El esquema tradicional debe reformularse con la participación de los agentes innovadores que procuran aprovechar el impulso tecnológico para evolucionar hacia nuevos modelos pedagógicos. El ámbito común del aprendizaje y la economía colaborativos, basados ambos en la confianza de compartir recursos, sienta las bases para ir más allá de la incorporación de ordenadores en las aulas. Este horizonte hace hincapié en la organización y el acceso a otros medios de interacción, pero acompañados de una evolución metodológica global adaptada a la nueva realidad social de un presente hiperconectado y ubicuo.

La sugerencia de estos cambios suele proceder de acciones colectivas, con frecuencia, de pequeños equipos que han identificado valiosas oportunidades en las TIC para la educación, y que aprenden de sus propias experiencias liderando aplicaciones que avanzan y se desarrollan en tiempo real.

En una síntesis inmediata, estas oportunidades inspiradoras parten de experimentar y conocer desde la prueba y el error, incorporando el valor de la interdisciplinariedad y apostando por empoderar la diversidad como factor productivo. También se comparten resultados y contenidos con destino “para todo el mundo”, y se fomenta la autonomía y la colaboración aplicándolas a promover la responsabilidad social. Esta responsabilidad fructifica ante la necesidad de intervenir en la realidad, en buena medida, para aportar soluciones de mejora y aprender del ahora.

  1. Claves

Aunque pudiera aventurarse lo contrario, el avance tecnológico y el desarrollo educativo no siguen una progresión paralela. Una de las paradojas entre ambos caminos supone reconocer su necesidad mutua aunque siguiendo velocidades distintas. La tecnología se alimenta de muchos procesos educativos específicos en su diseño y en su rápida implementación, y la educación se sirve de los recursos tecnológicos como herramientas para el cumplimiento de varios de sus fines aunque con una inmersión más lenta y, a veces, sin una concreción clara de sus objetivos y con un aprovechamiento incompleto.

El aprendizaje experimental de “la prueba y el error” ha servido, y sigue sirviendo, como base a la puesta en práctica y en valor de las cambiantes interrelaciones entre TIC y educación. En las últimas décadas, y con la guía de su intuición, pioneros creyentes en el poder de la innovación educativa han procurado desentrañar algunas de las aristas de este tándem, y han deseado ver el futuro asomándose a él como si de un oráculo se tratara. Para Senge, los profesores actuales tienen el reto de enseñar lo que no saben, por eso las TIC, con vocación educativa, son el vertiginoso y enigmático espejo en el que se miran mientras cuestionan la evolución de sus tareas y funciones.

No es casualidad que este mismo método de ensayar y corregir, improvisando soluciones, sea un medio de autoaprendizaje que los diseñadores de las aplicaciones informáticas y de los videojuegos han sabido entender muy bien. En estos procesos destaca, en particular, la seguridad que ofrece la posibilidad de volver atrás en una actividad o de recuperar una versión anterior del trabajo que se está realizando. Es la virtud de poder rectificar después de ver las consecuencias de una acción y optar por elegir otro camino, hasta encontrar la mejor solución posible. Esta es una de las razones del éxito y de la rapidez de implantación de las TIC entre los usuarios.

Con todo, el trabajo que realizan dichos equipos pioneros sirve para construir un cruce de sendas interdisciplinares que interesa a profesionales y educadores de perfiles y orígenes muy dispares, y que se nutren al compartir información, tiempo y conocimientos desde diferentes alternativas y experiencias, tanto propias como ajenas. “La interdisciplinariedad” es otra de las señales de identidad del progreso de la innovación en educación y de sus distintas aplicaciones y métodos de intervención.

Una mezcla que enriquece las oportunidades de cambio y que sirve para diseñar un nuevo horizonte educativo con aprendizajes no necesariamente estandarizados, con opción a poder adaptarse a la medida de las necesidades y características específicas de sus protagonistas. Esta posibilidad se pone de parte de quienes cuentan con las opiniones más críticas sobre los sistemas formales de educación, aquellos que ahondan en la irreparable pérdida que supone la falta de reconocimiento de la diferencia, “el valor original de cada estudiante”. Diversidad que, lejos de permitir que se anule con contenidos de pensamiento único, debiera potenciarse para el mejor provecho social y personal de su desarrollo. Como ejemplo de su defensa se reconoce la teoría sobre las inteligencias múltiples de Gardner, uno de los muchos partidarios de “empoderar la diversidad”, clave del presente inmediato de las TIC educativas.

El avance tecnológico sirve, en buena medida, para mejorar el ahorro de recursos y, consecuentemente, para reducir los costes productivos. De la misma manera, la formación de “atención personalizada” supone un menor desembolso si se comparte. Con esto se posibilita que algunas adaptaciones de medios específicos puedan servir para atender, a la vez, a quienes coincidan en sus condiciones o características particulares, sin excluir además un trato individualizado. De este modo se puede facilitar elegir recursos, temas o métodos que le sean propicios al aprendiz, tras conocer éste sus estilos de aprendizaje.

En esta misma línea, la facilidad de reproducción de las TIC consigue generalizar ciertos contenidos que antes se prestaban de forma exclusiva. El potencial alcance de “para todo el mundo” no debe estancarse en la idea del ahorro derivado de la producción a gran escala o de la réplica en serie de productos idénticos; pues va más allá al poderse ampliar variando una oferta múltiple de la que cada persona se beneficia eligiendo directamente aquello que más le interesa aprender.

Precisamente hay quien denomina “producción en serie” al modelo educativo actual. Tal es el caso de Ken Robinson, que considera a los sistemas educativos formales neutralizadores de la creatividad de los niños; su crítica parte de identificar la escuela con la imagen de una fábrica donde se obtienen productos estandarizados y organizados por lotes de edad. Puede decirse que, según se asciende por los ciclos educativos, la imaginación infantil se acomoda y, frecuentemente, no se arriesga a pensar más allá de las respuestas ya previstas. Al crecer, al alumno se le exigen mayores niveles de contenido y se opta por administrarle un saber reproductivo que desemboca en ser medidos todos de la misma forma, con evaluaciones guiadas por un patrón de aciertos ya validados.

Este orden académico camina al amparo de la organización social y productiva, y quienes se salen del surco marcado pueden quedar fuera de la consideración que supone obtener las credenciales correctas, aquellas con las que se presume haber realizado el esfuerzo educativo que se espera desde la institución. En sentido contrario se manifiestan Cobo y Moravec para quienes el “aprendizaje invisible”, con origen en todas partes, es más importante que el procedente de los centros educativos. El reto hoy es el aprendizaje informal, conectado, interactivo, a medida, cooperativo, productor de valor desde la autonomía y multiplicador de posibilidades de elección. De este modo la transmisión vertical del conocimiento debiera dejar paso a la construcción colaborativa de nuevos conocimientos y de respuestas creativas.

La autonomía y la colaboración son también claves en las TIC educativas y se vinculan a la capacidad de elección de alternativas, una cualidad motivada por el autoconocimiento de estilos de aprender, entre otros estímulos. Si comprendemos que sólo las personas autónomas pueden colaborar de forma mutua, la red es un espacio idóneo para la producción e intercambio de los intereses y recursos de unos y otros. Internet es un sólido, aunque siempre cambiante, marco de referencia de herramientas, aplicaciones y contenidos. Con su “omnipresencia” ahora es posible que personas de todas las edades aprendan entre sí comunicando sus experiencias. Basta escribir en un buscador la duda o el problema que se tiene entre manos para que, mediante diferentes fórmulas y soportes, se reciban indicaciones sobre distintas soluciones más o menos probadas.

El crecimiento de la diversidad de materiales accesibles camina en paralelo con el aumento del interés general y, quizá, de una deseable capacidad crítica entre quienes seleccionan temas y métodos para aprender de forma autodidacta.

Ahondando en la faceta motivacional del aprendiz, éste puede llegar a entender por qué quiere aprender, qué es lo que le interesa y cómo puede aprenderlo mejor. Generar esta autonomía de pensamiento es empoderarle en la consciencia de su papel en la sociedad. Así se estimula su disposición a cooperar, compartiendo su “responsabilidad social” con el resto de los agentes educativos. Y puede materializarse mediante proyectos de intervención que se trabajan formando equipos como parte del proceso educativo. Consecuentemente, se aprende con un fin determinado propio y compartido, y no por la obligación de hacerlo bajo la imposición del modelo imperante.

No debe olvidarse que la educación es un acto social de primer orden, y un proceso productivo inversor de largo recorrido; es también una actividad socioeconómica colaborativa que fructifica más al contar con la voluntad de implicación y el deseo de participación de sus agentes. De ahí que se justifique la educación grupal y en convivencia con otros, resultando una experiencia valiosa de mutua socialización. Además, empoderar hacia la seguridad y la autonomía del individuo es la base del emprendimiento personal y colectivo, un medio para el cumplimiento de objetivos sociales que sirve de estímulo y método para experimentar con la realidad como recurso sustancial del aprendizaje continuo.

Intervenir en la realidad es otro de los principios del cambio educativo y ofrece un amplio abanico de posibles vías de acción, entre las que destaca la omnipresencia de la red y de las aplicaciones informáticas. El acceso a cierta parte de esta realidad, en ocasiones, está al alcance de un simple clic de ratón y, tanto para bien como para mal, los menores pueden manejar con soltura los equipos de los que son contemporáneos. Por tanto, se precisa un marco de referencia que les imprima seguridad, pues es obvio que tenemos los medios pero en algunos momentos puede faltar la fijación de procedimientos y objetivos adecuados.

  1. Evolución

Las TIC empezaron como recursos para la organización de la información y como herramientas facilitadoras de tareas repetitivas. Los términos “computar” y “ordenar”, delatan su origen administrativo y de gestión. Para esto mismo sirvieron en los ámbitos productivos industriales y de servicios, tanto en los sectores privados como públicos y en la educación. Se utilizaban para el archivo de datos y la comunicación entre los agentes que intervenían en la administración de diferentes procesos, ahorrando costes de tiempo y ampliando el alcance de sus actividades.

Posteriormente, se afianza una progresión continua en la prestación de servicios con nuevas aplicaciones informáticas, y se despliega el prometedor horizonte del universo de las redes con la misión de llegar a ocupar un lugar privilegiado como fuente indispensable de información y formación. De ser meras facilitadoras del trabajo de los usuarios, las TIC pasan a ser protagonistas de procesos, prácticamente completos, de interacción educativa. En varias ocasiones toman la forma de plataformas multitarea de aprendizaje on-line. Estas estructuras organizativas llegan a denominarse aulas virtuales, acaso por aspirar prematuramente a sustituir a las aulas presenciales. En ellas, el estudiante puede asumir un papel muy autónomo o someterse a sistemas de control y seguimiento más exhaustivos incluso que los tradicionales.

Sin embargo, cabe preguntarse si estos diseños de aplicación educativa se fundamentan en cambios metodológicos profundos o imitan entornos adaptados a las condiciones tecnológicas; también, si quienes los crean se basan en el cumplimiento de requisitos de oportunidad técnica o bien de coherencia pedagógica, y si conviene reproducir los esquemas educativos actuales en semejantes clases virtuales. Incluso, si debiera llegarse a un planteamiento disruptivo que construya o aproveche otros escenarios de aprendizaje con un carácter integrador, diverso y abierto; es decir, que tampoco estaría mal pensar en cambiar el sufrido color gris de las paredes de las aulas, o incluso el azul de las pantallas, por el aire fresco en contacto directo con la realidad de la calle.

Aquí el plan no es siempre necesariamente tecnológico. La educación también ha de recuperar la calle como espacio de aprendizaje mediante el juego experimental, tal y como defiende Francesco Tonucci, y quizá hasta volver a sembrar en patios de tierra, aunque haya que excavar profundamente en tantos colegios hormigonados, recordando la antigua batalla de Teresa Ubiera de la escuela O´Pelouro. Éstas son un par de muestras entre cientos de propuestas y experiencias vitales marcadas por una decidida voluntad de cambio y de mejora del modelo instaurado. Si se quieren conocer otros testimonios existen muchos trabajos, como los reportajes del documental “La educación prohibida”, las experiencias del Viaje a la escuela del siglo XXI de Hernando Calvo, o las visitas a escuelas alternativas de Cesar Bona, entre otros.

El sentido común dice que tecnificar la escuela no hace que mejore sin más, pues sumar ordenadores sin cambiar el sistema no tiene mucho sentido. Nadie debe confundir la incorporación de las TIC en la educación con desarrollos en innovación educativa, ya que tanto se puede innovar sin la informática y sin la red, como hay quien puede seguir reproduciendo esquemas obsoletos aunque esté conectado a Internet. Obviamente si se dispone de medios tan poderosos, lo razonable es aprovecharlos como instrumentos de un cambio consciente y dirigido por objetivos pedagógicos bien definidos.

  1. Algunos cambios

Contando con las anteriores premisas se plantean algunos cambios de escenario de las TIC para el aprendizaje que pueden orientar el presente reto educativo.

En la construcción de infraestructuras tecnológicas para la formación destaca el contraste de pasar, en pocos años, de invertir en cerradas aulas de informática con idénticos PCs de conexión fija, a diseñar espacios flexibles y abiertos con wifi para portátiles, tablets y smartphones. En línea con su evolución constante, el siguiente paso está ya en integrar múltiples tareas mediante una interconexión continua.

En el mismo sentido, la educación convive hoy, y a veces compite, con miles de aplicaciones de gestión, formación y entretenimiento, incluyendo el amplio campo de los videojuegos. Con algunas de ellas ya se cuenta en los procesos de aprendizaje y siempre está abierta la posibilidad de servirse de otras, fijando objetivos didácticos claros que permitan su adopción y adaptación como recursos con valor educativo.

Dando un paso más en este proceso, la productiva “siembra de la duda” se salda con accesos a información instantánea albergada en múltiples contenedores de respuestas o tutoriales con los que resolver diferentes problemas puntuales. Esta puesta en común de la información configura otra situación de aprendizaje e intercambio, aprovechando las oportunidades de interacción de las redes sociales.

Incluso las ventajas de la geolocalización, los entornos de gamificación o el potencial de desarrollo múltiple de la impresión 3D, ofrecen medios para la experimentación a diversos colectivos que otorgan un alto valor a estas oportunidades. Con ello se crean y prueban comunidades de aprendizaje y de recursos para complementar el trabajo educativo, tanto presencial como virtual o mixto.

  1. Algunos ejemplos

En todo caso, las TIC, amplían el margen y las dimensiones del uso del tiempo y del espacio tecnológico, reduciendo algunas limitaciones y mejorando la acción y colaboración humanas, sus intercambios y las relaciones de confianza entre personas y grupos. Sus consecuencias sociales son importantes y amparan la economía y el aprendizaje colaborativos. La otra cara de la moneda es la eventual ocasión de que se produzcan inconvenientes derivados de su abuso, generando ansiedad, aislamiento o la adicción a estar permanentemente conectados e intercambiando estímulos de comunicación.

En el otro extremo están los no conectados. Desde 1999, Sugata Mitra viene colocando, principalmente en parajes remotos de la India, ordenadores empotrados en un muro y al alcance libre de niños que no sabían nada de informática, ni habían navegado nunca por la red. Al cabo de unos días conseguían manejar el ordenador, jugar, encontrar información e, incluso, iniciarse en el uso y aprendizaje del inglés; y lo lograban sin clases, profesores o instructores, pero sí colaborando entre ellos y orientándose mutuamente en su autoaprendizaje. Sin entrar en otros detalles, todo esto tiene que ver con ciertas capacidades intelectuales naturales de los grupos humanos puestas en juego tanto de forma individual como colectiva y cooperativa.

Esta experiencia y las dos siguientes son formas de identificar, probar y promover “nuevos escenarios para nuevos aprendices”. Aprender de forma intuitiva, autónoma y desde cualquier lugar, es el objetivo de la iniciativa solidaria: One Laptop Per Child (OLPC), que distribuye unos ordenadores portátiles, especialmente resistentes, entre niños de varias regiones dispersas por el mundo. La entrega tiene como complemento un software por niveles adaptado a los objetivos de cada acción educativa.

Otras iniciativas con vertiente solidaria y aspiración de mutuo desarrollo, entre TIC y educación, son los Massive Open Online Course (MOOC), cursos de acceso abierto y generalmente gratuitos, promovidos por prestigiosas universidades de todo el mundo; versan sobre multitud de temas y se crean en torno a un conjunto de itinerarios compuestos, a su vez, por una sucesión de breves “píldoras” con soporte audiovisual.

Internet es el mayor espacio de aprendizaje mutuo, autónomo, colectivo, colaborativo, inmediato y de bajo coste. Poner en común el conocimiento es una de las muchas posibilidades de la economía colaborativa en constante crecimiento a través de las redes sociales. Se basa en el consumo colectivo, la cooperación en la producción y los lazos de confianza. A sus resultados también contribuyen acciones altruistas, aportaciones voluntarias y proyectos socioeducativos comprometidos con la actualidad.

Mitra, OLPC y MOOC, en su concepción están a una larga distancia, tanto por la realidad práctica de sus proyectos como por su despliegue geográfico. Pero la misma conexión de la red vincula sus iniciativas entre sí, basadas en confiar en la autonomía y participación de sus destinatarios. Por lo mismo, llegan a coincidir en el fondo de sus objetivos sociales, uno de los cuales es llegar a lugares dispares para poner en común diversos recursos creados por todos y para todos. Cabe advertir, sin embargo, que debe evitarse por completo que alguien actúe como un monopolio en la producción de los contenidos, pues ejercer un “poder de mercado” eclipsa la difusión del pensamiento minoritario o aquel con una menor capacidad de influencia social.

  1. Conclusiones

Como primera conclusión debiera aclararse que las TIC no son la solución del problema educativo, pero son excelentes medios al servicio de un cambio de modelo metodológico y pedagógico, cuya estandarización burocrática se ha olvidado de la identidad y del valor esencial y diferencial del aprendiz. Esto limita su perspectiva creativa y de desarrollo personal, al recibir soluciones de vía única en un proceso desmotivador de superación de barreras donde se prevé una sola respuesta acertada. Con las TIC se diversifican las soluciones y se construyen acciones dirigidas por el propio estudiante, aprovechando las claves de contacto interdisciplinar, promoción de la responsabilidad social e intervención real en el presente, junto a la capacidad de producir recursos abiertos a todo el mundo.

Hoy se trata de animar al aprendiz a que busque saber lo que le gusta para que elija lo que quiere conocer. Que fije el destino de su interés como un foco de atención que inspire su plan personal consciente, y su juego de posibles opciones. Todo ello verdaderamente conectado con su entorno y con su calle, como metáfora de libertad y, por supuesto, con la más acusada vertiente de valores sociales y de naturaleza humana pues, con las TIC, el aprendizaje natural de los niños y de los adultos se inspira en la acción, se guía por la práctica de probar, tocar, hacer o intervenir, sin que con ello se excluya una consecuente reflexión.

Procede destacar las diferencias personales de unos y otros contando con una atención individual y a medida, para cultivar la confianza en sí mismos y generar la autonomía colaborativa que precisan los equipos. La intención es empoderarles desde su diversidad con el fin de animarles a emprender, de forma múltiple, en su desarrollo personal y profesional, y que dirijan su creatividad hacia la innovación social y de productos, servicios, procedimientos, ideas y soluciones alternativas.

La evolución tecnológica de los últimos años ha modificado una parte de nuestros hábitos, relaciones, actividades, ocio, consumo y formas de trabajar. Hoy somos capaces de integrar múltiples tareas mediante una interconexión continua, y podemos aprovechar diferentes aplicaciones con objetivos didácticos como recursos formativos, incluyendo el propio acceso a la información instantánea mediante redes sociales. Definimos proyectos basados en la confianza y participación de sus destinatarios, llegando a lugares muy dispares para poner en común valores solidarios. El conjunto de todo es un nuevo ambiente que sigue un progreso complejo, pero que avanza a una velocidad de vértigo y que hace soñar con un insospechado futuro de cambios educativos en apenas los próximos diez años. En ese tiempo más nativos digitales ocuparán los puestos estratégicos de desarrollo tecnológico y educativo, y serán ellos los que, con la educación resultante de estos procesos, diseñen su futuro presente y el nuestro.

 

Política y Social

Francisco Javier Villar Mata

Doctor en Educación y Economista

Doctor en educación, economista y profesor universitario.