Colorful Families -antes Mujer&Madre- es una asociación de profesionales (comunicadores, psicólogos, médicos, enfermeras, etc.) dedicada a la normalización y visibilización de la diversidad familiar, con más de 7 años de experiencia trabajando con pacientes de clínicas de reproducción asistida donde atraviesan la deconstrucción del concepto de familia tradicional.
Entrevista a Laura Villar, familia lesbomarental
Nuestra familia, es una familia homoparental, con dos mamás -Olga y yo- y tres peques, Héctor de 8 años, Berta y Darío de 6.
Somos una familia construida a conciencia -y con conciencia- y por eso somos visibles desde siempre, con el objetivo doble de asegurarnos que nuestros hijos e hija se sientan en una familia segura y de que el resto nos vea siempre como tal.
La verdad es que fue una decisión fruto no solo de la edad sino también de los acontecimientos sociales y de derecho que acontecían en nuestro país.
Nosotras llevábamos más de 15 años juntas y nos casamos cuando la Ley de Matrimonio Igualitario ya llevaba varios años en vigor, en el 2008, la decisión fue un poco en contra de nuestro posicionamiento al tema de los casamientos y de las bodas, pero nos pareció fundamental para garantizar nuestro derecho como pareja y hacer extensible un posicionamiento ético, moral y de encuentro con nuestro entorno. Nuestra boda implicó un antes y un después con muchas personas que decidieron no estar.
A raíz de la boda, que nunca nos la habíamos imaginado, decidimos embarcarnos en la maternidad; la verdad es que nos daba cierto vértigo, no por el hecho de ser madres, que ahí sabíamos que podíamos con la situación, sino por todo el proceso. Destaparse, saber a quién tienes al otro lado, papeles… ¡pufff!
Tener hijos e hija, ha sido una de las decisiones más bonitas y arriesgadas que hemos tomado. Para nosotras que queríamos un común, un «proyecto» compartido -no algo material- nuestros hijos han sido lo mejor que hemos hecho juntas. No obstante, es asumir dar el paso a la visibilidad, es dar el paso a romper los estereotipos, es decir que somos una familia homoparental, es no ocultarte ni en tus escenarios ni en los de nuestros hijxs; además tus escenarios los puedes ir eligiendo tú; los suyos no: médicos, guarderías, colegio, parques…
Cuando decidimos ser madres, la verdad que barajamos todas las opciones, pero la más fácil para nosotras fue la inseminación, no obstante, todas implicaban un destapamiento y un papeleo excesivo. Conocíamos a parejas de mujeres que, para poder adoptar, tenían que no estar casadas, que tenían que modificar su casa para poder pasar esos filtros de idoneidad, así que evidentemente optamos por la vía más fácil.
El acercamiento a las clínicas de inseminación fue frío y con temblores, en esos momentos no existían tantas opciones como ahora; nuestras preguntas eran claras y concisas: ¿nos podremos quedar embarazadas? ¿qué papeles hay que firmar? ¿existe un reconocimiento en la clínica de la otra como madre? Firmamos papeles y hubo miradas, pero al final lo conseguimos.
No hemos mitificado demasiadas cuestiones biológicas por lo tanto no fue complicado decidir quién de las dos gestaba, fue una decisión bastante funcional, dependió más de circunstancias personales que de quién quería o deseaba hacerlo. Una vez ya embarazadas llegaba la preocupación sobre el parto y cuestiones como elegir hospital -privado o público- decisiones que posiblemente sean comunes a todas las parejas hetero y homo que deciden tener un hijo. Pero además nuestras dudas eran: ¿podrá acompañar la mamá no gestante a la otra durante todo el parto? ¿existirá algún tipo de discriminación? la verdad, la experiencia fue muy positiva, nos tocaron matronas y ginecólogos/as, que ejercían su profesión sin ningún tipo de prejuicio o por lo menos no lo manifestaban.
Posteriormente al nacimiento de nuestro primer hijo, el problema lo tuvimos en el registro civil. En esa época nos hicieron ir a las dos – a una recién parida– a pesar de estar casadas. Esto no se produce con una pareja heterosexual donde el hombre va solo al registro y se le reconoce y da por válida su paternidad-. Tuvimos que llevar todos los papeles de la clínica para verificar que estaba registrada en la Comunidad de Madrid, que era legal -que el embarazo no había sido en un momento fugaz de una de las dos con un hombre-.
Finalmente lo conseguimos, pero pasamos un mal momento, un momento agridulce, de “desnudo” familiar, de incomprensión.
El siguiente momento tenso fue cuando quisimos crearle el DNI a nuestro hijo. Fue una odisea, en la ficha informática de la policía solo aparecería Nombre del padre y Nombre de la madre, y -como aplicación informática-, no se podía modificar. Pusimos una queja manifestando que ninguna de las dos tenía que figurar con un género que no correspondía, que lo tenían que cambiar y adaptar a las nuevas situaciones familiares.
Este sigue siendo un problema que se traslada a formularios del colegio y de inscripción en distintos estamentos, que requiere no solo de cambios legales y sociales, sino de voluntad política y administrativa para corregirlo y que sean inclusivos.
La verdad que somos unas privilegiadas. Salvo en el caso de algún esquivo, derribar no ha habido que derribar ningún muro. Nuestras familias lo vivieron con mucha alegría, esa que da tener un nuevo nieto o sobrino. En el ámbito laboral, fue estupendo en ambos casos, todo nuestro entorno se mostró favorable. A nivel personal y de pareja, fue una experiencia que nos marcó a las dos de forma individual y como tándem, nos unió.
Nuestra concepción de la maternidad nunca ha estado demasiado mitificada y somos bastante pragmáticas, pero quizá hemos confirmado que lo biológico está sobrevalorado. Teniendo en cuenta que siempre hemos estado en permanente cambio, la maternidad también ha cambiado nuestra relación, creemos que a mejor. Somos más tribu, más piña, somos más y más conscientes que hay que trabajar por la visibilidad y por el respeto a la diferencia. Aprecio la diversidad, creo que la actitud no debe ser estar a la defensiva pero sí pendientes de los mensajes de la sociedad para no dejar que se pierdan las libertades y derechos reconocidos por y para todos.
Entrevista a sus hijxs Héctor (8), Berta y Darío (6)
A lxs amigxs les contamos que tenemos dos mamás, que una nos tuvo pero que somos de las dos. Nacimos antes en la mente y en el corazón que en la barriga. Tener dos mamás está muy bien porque siempre están con nosotros, ¡Además las mamás son menos gruñonas!, por lo menos las nuestras.
Cuando se lo explicamos sí lo entienden, saben que se necesitan dos semillas, que no es necesario que haya un papá, o una mamá para ello, puedes ir a un sitio donde hay muchos y elegir.
A algunos les da envidia que tengamos dos mamás y ellos también quieren tener dos.
Durante este tiempo, en nuestra preocupación por sensibilizar, visibilizar y normalizar el mundo que rodea a nuestros peques, hemos creado Olacacia Librería de la Tolerancia , especializada en la oferta de libros infantiles y juveniles para la educación en los Derechos Humanos y la Tolerancia. Actualmente existen muchos espacios vacíos, las minorías y realidades sociales no se ven reflejadas en la literatura, por lo que creamos -sobre todo enfocado a los más pequeños- La Locomotora Editorial , profundizando en temas tan importantes como la diversidad familiar, la tolerancia, la interculturalidad… El último escrito por una de nosotras es «Tenemos 2 mamas, ¿de dónde venimos?». Un texto sobre como nuestros hijos explican y hablan sobre su familia.