Cuando me enteré de la temática de la revista Co-encuentros, me pareció una buena ocasión para echarle un vistazo a las nuevas tendencias en innovación sobre la materia. Durante esta búsqueda encontré auténticas joyas que nos arrojan a un futuro incierto y nos invitan a abrirnos a una nueva realidad. En este viaje al futuro de la psicología navegaremos por el mundo del Mindful Cyborg y conoceremos qué es el Affective Computing para terminar imaginándonos al futuro psicólogo y al futuro paciente para así sentirnos más preparados a los cambios.
Imagen: Kodomoroid Androide
Museo Miraikan Tokio 2016
Ángel Ogando Abeledo
Momento actual
Cuando buscamos en Google “Psicología del futuro”, la mayoría de los enlaces nos llevan a la figura de Stanislav Grof y a su obra “Psicología transpersonal”. Como te puedes imaginar, en este artículo no hablaré de Stanislav, sino que analizaremos las tecnologías que actualmente se están utilizando para mejorar el conocimiento de la mente humana. No quiere decir que estas herramientas estén orientadas a la psicología ya que mi intención es analizar innovaciones que puedan modificar de algún modo la psicología en el futuro. Os voy a hablar del Affective Computing, Mindful Cyborgs y del psicólogo robot.
Affective Computing
Es una disciplina que relaciona los sentimientos humanos y la programación. Para saber la importancia que tiene debes saber que es una de las 26 disciplinas que se desarrollan en el Media Lab de MIT (Massachusettes Institute of Technology). Básicamente hacen máquinas que entienden los sentimientos de las personas. Un producto ya a la venta es una pulsera que crea gráficas con nuestros sentimientos a través de la temperatura de la piel. Esto puede servir, por poner un ejemplo, para seguir la actividad emocional de personas con autismo. Pensemos en las aplicaciones prácticas a gran escala en el análisis del comportamiento. Si algún gadget de consumo masivo tuviera la característica de medir nuestras emociones y esa información pudiera ser procesada estaríamos mucho más cerca de conocer las emociones humanas. El avance en los distintos proyectos de Affective Computing seguramente modificarían tanto el estudio de la psicología como las consultas y tratamientos.
Mindful Cyborgs
Chris Dancy se define a sí mismo como el hombre más conectado del mundo. Viendo todos los dispositivos que utiliza para monitorizar su propia vida, bien podemos pensar que es un adicto a la tecnología. Una vez que le escuchamos hablar vemos que no es un loco, sino un visionario que está experimentando con la tecnología para llegar a mejorar el funcionamiento de su cuerpo y su mente. Dancy promulga el Mindful Cyborg. Mejorar la parte espiritual del humano mediante la tecnología. Un cyborg, para entendernos es un ser orgánico mejorado por un componente cibernético, por ejemplo, un hombre mejorado por la tecnología. El concepto Cyborg es muy interesante a la hora de realizar un Future Thinking sobre Psicología. Debemos pensar en los pacientes-cyborg. Personas con dispositivos tecnológicos que nos permitirán monitorizarlos.
Psicólogo Robot
Mindmentor es un robot que actúa como psicólogo y sus creadores aseguran que ha curado a muchos pacientes en una única sesión. Este particular psicólogo utiliza la inteligencia artificial y la programación neurolingüística para realizar consultas a sus pacientes a través de internet. Según sus creadores, ha tratado a unos 1.600 pacientes consiguiendo un 47% de resultados satisfactorios. Estas herramientas todavía no son accesibles para todos los pacientes y mucho menos para la multitud de problemáticas en las que se puede encontrar un psicólogo, pero es importante conocer las nuevas innovaciones en el sector.
Futuro previsible
Paciente Cyborg
Empezamos a ver relojes, teléfonos, pulseras e incluso zapatillas que monitorizan nuestros movimientos. Es una tendencia que se define como el Internet de las cosas (IOT-Internet of Things) y deriva a una hiperconexión y a un aumento de la tecnología para mejorar nuestras vidas.
Si esta tendencia se mantiene en el futuro, las personas dispondrán de muchos dispositivos interconectados (o algún chip en la piel) midiendo todos los parámetros posibles de su vida diaria. Estos datos podrán ayudar a prevenir muchos malos hábitos, mejorar la calidad del sueño o animarnos a hacer ejercicio. Esto, bien utilizado, nos dará una buena oportunidad para mejorar nuestra calidad de vida. La monitorización masiva de estos datos y su análisis cambiará nuestra forma de estudiar el comportamiento humano.
Big Data y la privacidad.
Datos masivos: muchos pero muchos datos. Imaginemos un gobierno que obligue a monitorizar digitalmente a todos los habitantes de un país. Parece descabellado, pero cosas más crueles se han visto. Se podría defender bajo el eslogan “¿Qué personas no quieren conocer las emociones de sus seres queridos?” Esto unido a tecnologías avanzadas como la realidad virtual, Affective Computing o la neurotecnología pueden ser un arma peligrosa en manos equivocadas. Ya eres una persona monitorizada y las nuevas generaciones lo serán más. Mantengámonos alerta.
Vuelta a los orígenes
Después de asimilar toda esta información nos queda el cuerpo con una sensación de miedo, como si estuviéramos al borde de un precipicio. Dan ganas de dar unos pasos hacia atrás, de volver al origen “¿Dónde está mi huerto y mi higuera?”. Esta sensación es muy lógica, debido a que en todo este análisis, nos falta un parámetro. Cada persona es única y sus complejidades no son medibles. No somos unos y ceros ni nunca lo seremos. Se podrá codificar nuestro ADN o incluso medir nuestra tendencia a la depresión, pero nunca podremos negar la autenticidad de cada paciente y de cada psicólogo o psicóloga.
Imagen: Isla de Odaiba -Tokio 2016
Ángel Ogando Abeledo
Echándole imaginación al futuro de la psicología
Martina cumple hoy 30 años pero no se encuentra de buen humor y no es capaz de parar de llorar. En el último mes ha perdido 3 amigas por comentarios inapropiados y su Ratio Social ha bajado mucho desde su último cumpleaños. Hace unos días, a su padre le han enviado un email del centro de salud informando sobre el estado anímico de su hija y proponiendo un tratamiento específico. Por eso, le ha regalado a su hija un bono para una terapia en cabina de Psico-Realidad Virtual en la Corporación CPP. ¡Menudo regalazo! Sin mucho ánimo Martina acude a la terapia. Nunca había recibido un tratamiento así. Había realizado ejercicios de Realidad Virtual Motivador y algún que otro Juego de Aprendizaje de uno mismo, pero nunca una terapia Psicológica. Al llegar al edificio le atiende un gracioso robot que le acompaña a una sala donde Martina se quita su ropa y se pone un traje de realidad virtual. Después se mete en la cabina. La cabina es cómoda y la temperatura es perfecta. De repente escucha un pitido y una dulce voz de mujer le pide que le envíe los datos de sus sensores emocionales del último mes, y le informa de que en 30 segundos su tratamiento va a comenzar. Durará 1 hora. Martina envía los datos a la cabina desde su smartphone. Está nerviosa, pero en el momento que la voz dice su última palabra, la cabina se inunda de una agradable música y un olor relajante. Comienza la sesión.