Artes

Un libro entre un millón

Una experiencia de autopublicación en nuevas tecnologías con la Tienda Kindle.

Mary Catland La escritora menos vendida de Amazon

Me pareció una buena idea. En enero tenía los borradores de unos cuantos cuentos en un archivo Word y una amiga ilustradora con tiempo libre y verdadero talento.

-¿Y si me haces unas ilustraciones y lo presentamos a un concurso de autores indie, para Amazon, para Kindle?

-Genial.

La conversación fue por whatsapp, las ilustraciones me las pasó por email. Para junio estaba todo montado. Subido. Preparado para que la gente lo pudiera comprar.

A un precio más que razonable. 2’99 euros.

Ejercí de autora electroplasta en varios foros, repetí que leerlo no era necesario. Que era un favor por el esfuerzo realizado. Una comprita, que no les costaba nada.

Estas navidades tendré como unas 8 cenas de navidad. En las que nos juntaremos y nos gastaremos más de 15 euros de media, por persona. En estas cenas estaremos entre 6 y 20 personas, a los que considero amigos.

¿Queréis saber cuántos libros vendí los dos primeros meses?

3

¿Queréis saber cuántos libros se presentaron al concurso?

1500

Y aun así alguna semana llegué a estar en los 200 más vendidos de mi categoría.

Las cifras de ventas de los libros electrónicos desde hace unos años se incluyen en las estadísticas totales de venta de libros. Su volumen es alrededor del 1% de las ventas totales. Esos números, a mí, personalmente, me alegran. Después de las cuentas que hice este año, si el mercado editorial en España fuera como el de los libros electrónicos me extrañaría que algún autor pudiera vivir de escribir.

Los libros electrónicos son ahora mismo la forma más sencilla de publicar en España. Pero al mismo tiempo al no existir una barrera de entrada, la oferta es bestial. Mientras que la demanda es pequeña, muy pequeña.

Y buscando información para este artículo me he encontrado con unos cuantos cursos para tener éxito y multiplicar las ventas. Y me empiezo a plantear que hay casi más autores autopublicados que lectores, o que son los mismos, vaya. Porque es increíblemente sencillo publicar. Y algunos de esos cursos aseguran que vender libros en Kindle es algo muy fácil. Y yo me pregunto en que momento esos autores indies decidieron dejar de escribir las historias que tienen en su cabeza y contar su aventura en el mundo del marketing digital. Que no digo que no sea emocionante y duro contar lo que hay que hacer al recibir una crítica negativa. Pero cualquier fábula de Iriarte me parece más interesante, más creativa… pero maldita sea, se perderá entre el millón de títulos que hay en Kindle.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. El libro electrónico lleva el suficiente tiempo entre nosotros que ya debería existir “El Autor o Autora Revelación”. Esa persona que va a las tertulias de la radio, con su columna en el semanal del periódico de su ideología, que tuvo su momento de gloria en un telediario. En resumen, que se ha convertido en un personaje con un nombre que nos resulta familiar. Alguien con, al menos, una poca más relevancia que el chulazo de turno de los programas de cotilleos habituales.

Ojo, hay muchos escritores que sigo, leo y admiro que no han llegado a todo eso. Pero a algunos los conocí precisamente en esos medios. A Kiko Amat por un artículo llamado “La literatura de las aceras”, por poner un ejemplo. Además de escritor, es DJ y escribe en La Vanguardia. Pero sus columnas de opinión las escribe y espero que se las paguen y todo.

Mi opinión asquerosamente personal es que el libro electrónico se está convirtiendo en un ghetto, en un submundo del que es muy difícil salir. Y submundos de papel ha habido siempre, pensad en las novelas en fascículos de los tiempos de Dickens. David Copperfield fue editada inicialmente por fascículos, ojo, no estoy criticando la calidad de los submundos literarios. Muchos cursos y libros se centran en conseguir más ventas en el mundo de los libros electrónicos. Pero convertirse en la reina o rey de ese imperio de dispositivos electrónicos puede alejar de otros objetivos. Como ganarse la vida con ello, con la indudable ventaja de poder dedicarle tiempo y no ratos a ese vicio tan de otros tiempos que es la escritura.

Otro tema en el ghetto electrónico es la falta de filtro de calidad. La figura del editor no permite que todos los manuscritos se publiquen. O incluso algo mucho más importante, hay unas revisiones de estilo que hacen que los libros sean mucho más fáciles de leer. Que hay más de uno y de dos que no hemos pisado una escuela de periodismo y que asumimos al publicar sin filtro que algunas frases que escribimos son mejorables. O eliminables, directamente.

Reconozco a veces practicar un juego echando un vistazo a libros electrónicos, blogs, y otras publicaciones no filtradas. Leo tres o cuatro frases y mentalmente pongo una clasificación de pedantería del 1 al 10. 8 puntos se lleva si utiliza la palabra transitar. 4 puntos por construcciones rebuscadas como “al tiempo que” cuando puede decir “cuando”, “con un precio que oscila entre”… para decir el rango de precios de una ruta de tapas, si están delante de un cocinero lo “divisan” aunque sea en un restaurante con cocina-a-la-vista. Juegos absurdos y diversiones de alguien que escribe por afición, y no para ganar puntos como sabia dueña de vocabulario. No es tan difícil ser 10 estrellas en mi juego basta con escribir  “Nunca querré ser un compartidor de sapiencia y lenguaje ilustrado dentro de un contexto transitado y al tiempo divisado claramente”.

Juegos y opiniones asquerosamente sinceras aparte, hay una cosa que me falta por deciros. En enero del año que viene vuelvo a publicar. Un libro electrónico, con la tienda Kindle. Porque hay tardes como esta en que me dedico a ese vicio tan antiguo como es la escritura. Y el ghetto electrónico es, ahora mismo, mi único camino.

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Mary Catland

La escritora menos vendida de Amazon

Por si alguien tiene curiosidad sobre la posición del libro en la Tienda Kindle, o incluso hasta comprarlo. Aquí tenéis el enlace http://amzn.eu/3OlNK71